21 mayo 2024
4 min.
Tanto si tiene un gran jardín como un pequeño balcón, nuestra guía te ofrece 7 sencillos pasos para crear un jardín que prospere y fomente la conexión de tu hijo con la naturaleza. Vamos a explorar cómo empezar un huerto.
El primer paso para cultivar un huerto es elegir el lugar adecuado. Debe ser un lugar que reciba mucha luz solar, al menos seis horas diarias. Si tienes poco espacio, un pequeño balcón o incluso una repisa de ventana interior funcionan igual de bien que un jardín exterior. Para estos espacios más pequeños, asegúrate de elegir una maceta con mucho espacio y buen drenaje. Una vez elegido el lugar, es hora de reunir el material de jardinería. Esto es lo que necesitarás:
Empieza a remover la tierra con tus hijos. Esta actividad práctica no sólo les enseña a preparar la tierra, sino también cómo ésta favorece la vida de las plantas. Añade compost para introducirles en el concepto de enriquecimiento del suelo y explica cómo ayuda a las plantas a crecer más fuertes.
Aquí es donde empieza la emoción. Guía a tus pequeños jardineros en la plantación de semillas o en la plantación de plantas jóvenes en el suelo. Enséñales a hacer agujeros del tamaño adecuado para las semillas o a anidar las plantas cuidadosamente en la tierra, haciendo hincapié en la necesidad de espacio entre las plantas para que tengan espacio para crecer.
Enseñar a tus hijos la forma correcta de regar las plantas es clave para tener un jardín feliz y sano. Un riego ligero y regular es más beneficioso que un riego abundante y poco frecuente. Introdúceles en el concepto de desherbar, explicándoles cómo la eliminación de las plantas no deseadas ayuda a que su jardín prospere al reducir la competencia por los nutrientes y la luz. Si utilizas una jardinera, no es necesario desherbar, pero puedes enseñarles este concepto llevándoles a un huerto comunitario o a un espacio similar.
Llevar un diario del jardín o hacer dibujos de las plantas puede profundizar su compromiso y comprensión de la biología vegetal. Anima a tus hijos a observar y documentar el crecimiento de su huerto. Pueden anotar los cambios, medir el crecimiento de las plantas y comparar las etapas vitales de las distintas plantas.
La época de la cosecha es especialmente gratificante. Cuando las verduras, frutas o flores están listas, ¡es el momento de cosechar! Es un momento estupendo para hablar del origen de los alimentos y de la importancia de cuidar el medio ambiente. Preparar una comida con los productos de tu huerto o hacer un ramo con las flores que han plantado también puede proporcionar una sensación tangible de logro y orgullo.
Después de cosechar, siéntate con tus hijos y hablad de lo que ha funcionado y lo que no en su huerto. Pregúnteles qué les ha gustado más y qué les ha resultado más difícil. Esta reflexión puede ayudarles a comprender mejor los procesos naturales y a pensar de forma crítica a la hora de resolver problemas.
La jardinería es una poderosa herramienta para enseñar a los niños sobre el medio ambiente y la importancia de cuidar nuestro planeta. Mientras plantan, mantienen y cosechan sus huertos, los niños aprenden sobre los ciclos de la naturaleza y el impacto que los seres humanos tienen en la Tierra. Ven de primera mano cómo crecen las plantas a partir de las semillas, la importancia de los insectos y los polinizadores, y cómo el tiempo y el clima afectan a los seres vivos. Al comprender el esfuerzo de cultivar alimentos, los niños pueden empezar a sentir empatía por los agricultores y aprecio por los alimentos que llevan a su mesa, lo que fomenta una conexión más profunda con el mundo que les rodea.