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Juega y aprende​

Guía de juegos sensoriales al aire libre

01 mayo 2025

8 min.

Hay algo mágico en un niño al aire libre con las rodillas llenas de barro, los ojos bien abiertos y los bolsillos llenos de tesoros (también conocidos como palos y piedras). El juego sensorial al aire libre aprovecha esa magia, invitando a los niños a explorar, imaginar y conectar con la naturaleza utilizando cada uno de sus sentidos.

Tanto si planea una aventura en el jardín como un picnic con propósito, esta guía le ayudará a animar a sus hijos a salir a jugar al aire libre.

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¿Qué es el juego sensorial?

El juego sensorial consiste en estimular y explorar los sentidos a través de la diversión y el juego. Esto significa tocar, oler, ver, oír, saborear, balancearse y moverse.

¿Por qué necesitan los bebés juegos sensoriales? Les ayuda a aprender a procesar el mundo que les rodea. También sienta las bases para mejorar la concentración, la coordinación y la regulación emocional. Y lo mejor de todo es que es puro juego, no deberes disfrazados.

Los siete sentidos

La mayoría de nosotros crecimos aprendiendo los cinco sentidos en la escuela: tacto, gusto, vista, oído y olfato. Pero hay un dato curioso: en realidad tenemos más de 20 sentidos diferentes zumbando alrededor de nuestro cuerpo, que nos ayudan a orientarnos en el mundo que nos rodea.

Pero no se preocupe, cuando se trata del desarrollo sensorial, sólo hay que pensar en siete. Demos un paseo por ellos:

 

  • El tacto: El barro, la arena y la hierba dan mucho que explorar a manos y pies. Los senderos para caminar descalzo y las cocinas de barro son ideales para divertirse con las texturas y las manos.
  • La vista: Las hojas de colores, las sombras y las criaturas pequeñas mantienen ocupados los ojos curiosos. Prueba a hacer búsquedas en la naturaleza o juegos de sombras para aprovechar al máximo este sentido.
  • El oído: La naturaleza está llena de sonidos suaves: zumbidos, susurros y gorjeos. Los paseos sonoros y la percusión en el jardín ayudan a afinar los pequeños oídos.
  • Olfato: De la menta a la lavanda, el aire libre está lleno de aromas frescos. Los jardines de hierbas o los paseos para oler flores hacen trabajar la nariz.
  • Sabor: Las hierbas y frutas seguras pueden añadir una deliciosa capa sensorial. Solo tienes que supervisarlo y probarlo antes con un adulto.
  • Vestibular: Columpiarse, trepar y rodar fomentan el equilibrio y la confianza en el cuerpo. Ideales para risitas tambaleantes y movimientos valientes.
  • Propiocepción: Saltar, gatear y levantar objetos ayuda a los niños a aprender dónde está su cuerpo en el espacio. Potencia la fuerza y la conciencia a través del juego activo.

9 ideas de juegos sensoriales al aire libre

Ahora que ya sabes por qué es importante jugar al aire libre, es hora de salir a jugar. Como siempre, nos corresponde a los padres planificar y preparar estas actividades centradas en el desarrollo. Lo bueno es que no necesitas un equipo de juego sensorial de lujo, sólo un poco de imaginación y algunas cosas de casa.

He aquí algunas actividades sensoriales diseñadas para despertar la alegría, la curiosidad y un montón de risas.

 

1. La magia de la cocina de barro

Monta una cocina al aire libre con viejos cacharros, cucharas, un poco de tierra y agua, y observa cómo se despliega la magia. Los niños pueden mezclar pasteles de barro, remover sopa de piedra y decorar con hierbas o pétalos, convirtiendo objetos cotidianos del jardín en una aventura culinaria rica en sentidos.

Esta actividad despierta el juego imaginativo y fomenta la colaboración. También es una forma fantástica de desarrollar la fuerza de las manos, la coordinación y las primeras habilidades sociales.

 

 2. Búsqueda del tesoro en la naturaleza

Envía a tu hijo a una búsqueda del tesoro en la naturaleza con una lista de pistas: algo rugoso, algo colorido, algo con olor. Ya sea en el jardín o en un bosque cercano, les encantará el reto de descubrir pequeños tesoros naturales.

Esta sencilla aventura fomenta la observación aguda, amplía el vocabulario y despierta la curiosidad y el amor por la naturaleza. También es una forma encantadora de estimular los sentidos visual y olfativo. También puedes regalarle a tu hijo un kit de artístico prensador de flores,  en el que podrá recoger sus tesoros para añadir un elemento creativo.

 

3. Sendero sensorial para pies descalzos

Coloca bandejas poco profundas o secciones de tierra llenas de diferentes texturas naturales: guijarros, arena, corteza, hierba, incluso charcos. Deja que los niños pasen lentamente y sientan cada textura bajo sus pies.

Este sendero estimula suavemente el sistema propioceptivo y fomenta el equilibrio y la confianza en el cuerpo. Solo tienes que asegurarte de que no haya puntas afiladas ocultas y permanecer cerca para guiar a los pequeños dedos de los pies.

 

4. Paseos para observar aves y bichos

Pasea tranquilamente por un jardín o un bosque y observa y escucha atentamente. Localiza bichos que se arrastran, abejas que zumban o pájaros en el cielo y anotad o dibujad juntos vuestros descubrimientos

Esta actividad tranquilizadora fomenta la paciencia y la concentración a la vez que favorece el procesamiento visual y auditivo. Para ayudar a tu pequeño explorador a ver las cosas más de cerca, prueba a llevar contigo un telescopio ajustable.

5. Plantación de jardines aromáticos

Crea un minihuerto con hierbas aromáticas como la menta, el romero y la lavanda. Invita a los niños a entrenar su olfato frotando suavemente las hojas y oliendo. Un invernadero de cultivo para jardineros puede ser una gran ayuda para esta actividad y ayuda a inspirar a los pequeños pulgares verdes.

Este jardín sensorial fomenta la motricidad fina y enseña responsabilidad mientras riegan y cuidan sus plantas. Eso sí, ¡asegúrate de que todo sea seguro en caso de que se produzca una prueba de sabor curiosa!

 

6. Agitadores de lluvia y atrapa vientos DIY

Ponte manos a la obra con tubos de cartón, arroz, cintas y cascabeles para crear tus propios creadores musicales del tiempo. Agítalos, hazlos sonar o deja que la brisa dé vida a tu creación en el jardín.

Es una mezcla encantadora de exploración del sonido y creatividad motriz fina. Solo tienes que tener cuidado con las piezas sueltas o las cintas flojas, ¡y quizás apartar las tijeras cuando termines!

 

7. Juego de sombras con formas de la naturaleza

Reúne algunos elementos que atraigan la luz, como hojas, plumas y ramitas, y enciende una linterna o utiliza el sol para proyectar sombras sobre una pared o el pavimento. Los niños pueden trazar, dar forma y crear personajes con las sombras que ven.

Esta sencilla actividad fomenta la creatividad, la conciencia espacial y la comprensión de la luz y la perspectiva. No juegues con el sol más fuerte del mediodía, ¡la luz de la mañana o de la tarde es más adecuada!

 

8. Columpio de cuerda y carrera de obstáculos en el jardín

Cuelga una hamaca de un árbol resistente o de un marco de juego y añade obstáculos sencillos de jardín con peldaños, troncos sobre los que hacer equilibrios o un camino por el que serpentear. Los niños pueden trepar, columpiarse, saltar y gatear por el recorrido a su propio ritmo.

Este tipo de juego sensorial al aire libre, con mucho movimiento, favorece el sistema vestibular, el equilibrio y la coordinación de todo el cuerpo. También fomenta la confianza en sí mismos, ya que aprenden a superar nuevos retos físicos en un entorno natural y divertido. Si le faltan una cuerda y un neumático, la hamaca portátil es una alternativa asequible, segura y práctica.

 

9. Excavación de hielo

Congela pequeños objetos de la naturaleza o juguetes en bloques de hielo y, a continuación, entrégales herramientas seguras como cucharas de madera o agua caliente. A los niños les encantará cincelar y derretir para rescatar lo que hay dentro.

Este frío desafío desarrolla la paciencia y la motricidad fina, a la vez que ofrece toda una nueva textura para explorar. Asegúrate de que las herramientas son seguras para las manos de los más pequeños: las de plástico o madera son perfectas.

Inspírate para salir al aire libre

El juego sensorial al aire libre no necesita un día soleado ni un gran jardín. Sólo necesita espacio, tiempo, curiosidad y ganas de ensuciarse un poco. Ya se trate de una búsqueda de insectos antes de ir al colegio o de una tarde de tartas de barro, estos pequeños y significativos momentos crean recuerdos duraderos y grandes saltos en el desarrollo.

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